Hay "Olas" sin "h" y "Holas" con "h". Aquellas nacen en lo profundo del mar y acarician el semblante, azotan el rostro y refrescan la mirada; llevan y traen a la orilla, hunden y levantan. Entre sus picos y sus caídas , durante el
sueño, uno se cree, reconocido alborotado, mecido, azotado, golpeado, sacudido
por ellas. Pablo Neruda cantaba a las olas y al mar:
"Oh, mar. Entraremos en ti,
cortaremos las olas
con cuchillo de fuego,
saltaremos la espuma,
cantando
nos hundiremos
hasta tocar el fondo
de tus entrañas,
(...)
Pero eso será cuando
los hombres
hayamos arreglado
nuestro problema,
el grande,
el gran problema.
Todo lo arreglaremos
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha,
está el pez, está el pan,
está el milagro.
Y hay otros "Holas" con "h"
Los que alivian y recogen amarras y abren las venas para que haya comunión y amistad. Son los saludos de las almas que hacen de un "Hola" la más asombrosa llave a los adentros, que conduce a la bodega interior, al mundo infinito que se atisba en los ojos y en la sonrisa
Una ola del mar es un hola abierto en la playa. Cuando las olas embisten con un hola se estremece el alma, tiembla el cuerpo y los ojos lloran.
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