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miércoles, 2 de mayo de 2012

UN DOS DE MAYO POR LA DIGNIDAD



Hoy es dos de mayo. El alcalde de Móstoles es hoy un símbolo de una España que no se agacha, que no se rompe, aunque la doblen. Llegaron a España y decidieron vivir en ella, metiéndose en su tejido social y cultural. Era en imperialismo bonapartista. Traían ideas frescas a una España adormecida. Apoyados por una pléyade de ilustrados afrancesados, con un Rey timorato, encerrado entre cuatro paredes y un Godoy vendedor de dignidad, querían saltar hasta África y extender el Imperio. Así es el imperialismo de cualquier cuño. Entra, te sonríe, te dice que eres genial y se apodera de todo lo que tienes.  Llegaron y se enamoraron del mito de la “Carmen”, bebieron el vino de nuestras tabernas, pusieron sus botas en las bibliotecas de nuestros claustros y conventos. Traían bajo sus brazos las ideas de la Enciclopedia, pero ni se las habían leído. Venían con su “grandeur” en los uniformes, pero no respetaban la grandeza del alma de este pueblo. Una lección sale de esta fecha curiosa, vapuleada por imperialismos de otro cuño, incluso dentro de nuestras fronteras. El dos de mayo es una fiesta del pueblo. Mientras los gobernantes nos vendían, como más tarde nos venderían en Masstrich, el pueblo sacó de su alma, la dignidad que siempre ha tenido y puso freno a las ansias locas de domeñarlo, de insultarlo, de zaherirlo. El dos de mayo fue la respuesta a quienes insultaron la inteligencia. Una lección para quienes aún hoy, sin ser franceses, sigue insultándola cada día y a cada hora

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