Vistas de página en total

domingo, 24 de marzo de 2013

"Vaticano, de corte a parroquia".


Escribió Agustín de Foxá un brillante libro que reflejaba la fotografía de un Madrid de los años treinta del siglo pasado. “Madrid, de Corte a Checa”. Lo escribió en el Novelty de Salamanca, Cuartel General entonces de Franco. Lo escribió en 1937. Este hombre, avezada pluma del falangismo, con ribetes de critica franquista nos mostraba un decorado distinto de Madrid, en el que desaparecían los salones elitistas, las gorras sustituían a los sombreros y el vermut mañanero en el viejo Madrid de los Austrias eran sustituidos por los chatos de vino madrileño de Lavapiés.  Era otra cosa bien distinta aquello. La Corte borbónica estaba en el exilio y una guerra absurda enfrentaba a los españoles. Madrid dejaba de ser Corte. Cada vez era más Checa. Valga el símil, aunque no el contenido de lo que voy a decir.

Viendo estos días el escenario que se ha levantado en los alrededores de san Pedro, en Roma me he acordado de ese texto chispeante de Foxá. Y ahora veo cómo ha pasado el “Vaticano, de Corte a Parroquia”. Y así es…no hay nada más que verlo. Quizás no lo adviertan los profanos en cosas de la liturgia, ni de protocolo. A Roma había vuelto cierto regusto por la corte. A la sencillez innata del viejo profesor Ratzinger, se le había añadido mucho de corte decimonónica, sacralizando la figura, alejándola del pueblo, rodeándola de cierto secretismo. Un paso del papa era todo un rito…y la liturgia, mal entendida por quienes le rodean que no acertaron a entender el auténtico sentido de la obra “El Espíritu de la Liturgia” de Ratzinger, hicieron de la liturgia un protocolo cortesano. No había nada más que verlo. Indumentaria, vasos sagrados. Más un ara que una mesa. La Eucaristía es sacrificio, si, pero también comida. Y ambas cosas hay que conjugarlas con el sentido común para que ayuden a la vivencia del misterio. Ni una ni otra pueden sobreponerse. Han de conjugarse en un sano equilibrio.

Cuando el papa Francisco visitó el pasado sábado a Benedicto XVI, pasaron a la capilla privada. Un crucifijo tapado con un paño morado, como en la vieja liturgia anterior al Vaticano II, un altar en el que celebra la misa diaria, de espaldas. Ara más que mesa. Un sillón preparado para rezar el solo. Pese a la insistencia del anciano Ratzinger, Bergoglio se puso junto a él “como hermanos”. Un escenario cortesano va siendo desplazado por un escenario parroquial.

Lo hemos visto estos días. Se ha acabado el sillón imperial y se ha sustituido por uno más simple. El papa celebra en una parroquia cercana y predica desde el ambón, al entrar en la sacristía apaga las luces del templo y a la salida saluda a todos. .Homilía de pie, menos acólitos cortesanos. Antes había un acolito para el solideo, otro para la mitra, otro para el libro. Servidores del Rey. Eso se ha acabado, y aun queda más por hacer. Liturgia del Vaticano II pura y dura. No es reforma, es vuelta al concilio. Ha vuelto el ambón, como un párroco, la homilía de pie, los gestos fuera del papel. Simplificación a lo esencial. Sombran acólitos, las ofrendas son más ofrendas que un simple besamanos al rey. El nuevo papa va despojando de gestos cortesanos, propios de una corte renacentista. El solio pontificio es más parroquia del mundo que un trono al que hay que acercarse. Sobran ceremorieros, sobran acólitos con humerales al hombro para sostener mitras y libros. Sencillez en la casulla, sin brocados de oro. Sobran estáticos clérigos, pendiente solo de la forma.
Y el papa Francisco ensimismado en el misterio. No hay gestos a la galería.

Y ahora me pregunto qué harán tantos obispos que han cambiado sus presbiterios para alejarse mucho más del clero y del pueblo. Qué harán los muchos cabildos que han sacado del museo casullas, dalmáticas y capas. A los pectorales de muchos obispos se les van a caer muchas piedras preciosas. Me pregunto qué pasará con todos aquellos brocados de muchas casullas que parecían más envoltorios de polvorones navideños. Ha acabado el protocolo de la Corte, cuando ya las cortes están a la deriva y ha empezado el protocolo de la parroquia. Bienvenido sea. No haya nada más que verlo. El papa Bergoglio parece un cura celebrando la misa de doce en su parroquia. Aunque con muchas moscas aun alrededor. 

VERGÜENZA AJENA




Vergüenza ajena. Eso es lo que uno siente viendo a unos delincuentes andaluces llevarse el dinero de los parados y entrar a la cárcel sonrientes, desafiantes. Vergüenza ajena cuando uno ve en las imágenes las calles y plazas de nuestra tierra llenas de jornaleros esperando salir a trabajar y mirando al cielo, mientras esta gentuza se los llevan a manos llenas. Vergüenza ajena cuando uno los recuerda a estos haciendo teorías sobre los sindicatos, llamándote cada mañana para enmendarte informaciones. A uno de ellos lo conozco. A ese tal Lanzas lo entrevisté una vez. Estaba en su pueblo, ese en el que ahora han encontrado euros por un tubo, escondidos, agazapados. Albanchez se llama la localidad de Magina, bella, alta, alejada. Creía que no irían allí.  Pues hasta allí ha llegado la mano de la justicia. Siempre se dijo que en Mágina había tesoros escondidos de tiempos de la dominación musulmana. Ahora ha sido de la dominación socialista. Vergüenza ajena de alguien que ha paseado la cara de Jaén por Sevilla, ha sido rey de la noche sevillana, ha quitado y puesto a muchos sindicalistas, ha sido un cacique autentico. Se ha cargado el sindicalismo de un plumazo!

Vergüenza ajena de una clase política que hablaba de eso en voz baja pero no hacia nada por solucionarlo. Compinches en la Junta. Vergüenza de este compatriota, como del otro, el chofer, el que se ponía hasta el culo de cocaína con el dinero de sus paisanos de las Vegas del Sotillo en Andújar. También lo conocí y también supe de sus muchas ocupaciones y de su desfachatez para no poder ir a los cursos en los que preparábamos los bautismos de sus hijos, Andaba muy ocupado. Y no había conversación progre y casposa en la que no hablara de lo muy rica que era la Iglesia, cuando le demandamos una ayuda para un tejado. Vergüenza de un chofer, de un sindicalista, y de un secretario general, un tal Guerrero que sonríe como cínico ante las cámaras. Y seguirán tirando de la manta….Ojalá ¡ Ese es su secreto denigrante

Estos días me acordé de ellos, en Zaragoza, tomando un café junto a la Seo. Vi a Roldan, aquel director de la Guardia Civil que robó hasta los tricornios. Pasó por la cárcel, escribió libros y ahora se paseo con su perro por Zaragoza, En este país el que la hace la paga con cárcel, pero no devuelve lo que se llegó. Hábiles testaferros. Viendo a Roldan en su cinismo me acorde de estos paisanos.

Como me dio vergüenza ver el otro día salir a Bárcenas, con amplia sonrisa, cínico como el que mas, desafiando a los medios de comunicación. Bércenas y las ramas de la derecha de este país que no se resiste a dejar de mandar. Caciques decimonónicos. Bárcenas, el amo del amo, el que anotaba todo para después chantajear. Bárcenas el vasto pijo del Barrio Salamanca que ha denigrado a gente honrada de su partido, como han hecho estos jaeneros en la Junta en donde, durante la era Zarrias, desembarcaron muchos políticos de Jaén, honrados, buenas gente, que ahora se sonrojan ante este tipo.

Los ladrones no son gente honrada. Están denigrando a la clase política. Hay muchos políticos honestos en este país. Hay muchos sindicalistas honestos, pero estos tíos y lo que esconden, han segado la ilusión de muchos Y eso es mas delito que los muchos euros que se han llevado y que les servirán para el mausoleo en el cementerio, pero la ilusión segada de los jóvenes, nadie podrá recompensarla..

viernes, 1 de febrero de 2013

Las manos de Albrecht Durero,

"En el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nürenberg, vivía una familia con varios hijos. Para poner pan en la mesa para todos, el padre trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de carbón, y en cualquier otra cosa que se presentara. Dos de sus hijos tenían un sueño: querían dedicarse a la pintura. Pero sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia. Después de muchas noches de conversaciones calladas, los dos hermanos llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda, y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara... Al terminar los estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa con la venta de sus obras. Así, los dos hermanos podrían ser artistas.

Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la iglesia. Uno de ellos llamado Albrecht Durero, ganó y se fue a estudiar a Nüremberg. Entonces, el otro hermano, comenzó el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció durante los siguientes cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia. Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durero se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado trabajando en las minas para hacer sus estudios una realidad. Y dijo:

- “Ahora, hermano mío, es tu turno. Ahora puedes ir a Nüremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de todos tus gastos."
Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba su hermano. Pero éste, con el rostro empapado en lágrimas, se puso en pie y dijo suavemente:

- “No, hermano, no puedo ir a Nüremberg. Es muy tarde para mí. Estos cuatro años de trabajo en las minas han destruido mis manos. Cada hueso de mis dedos de ha roto al menos una vez, y la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis. No podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino, y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano, para mí ya es tarde. Pero soy feliz de que mis manos deformes hayan servido para que las tuyas ahora hayan cumplido su sueño.”

Más de 450 años han pasado desde ese día. Hoy los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albretch Durero pueden ser vistos en museos alrededor de todo el mundo. Pero seguramente usted, como la mayoría de las personas, sólo recuerde uno. Seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa. Es el que un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano, Albretch Durero dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo. Llamó a esta poderosa obra simplemente “manos” pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte y se le cambió el nombre por el de “manos que oran”.
La próxima vez que veas una copia de esa obra, mírala bien. Y ojalá que sirva para que, cuando te sientas demasiado orgulloso de lo que haces, y muy pagado de ti mismo, recuerdes que en la vida ¡nadie nunca triunfa sólo!."

domingo, 13 de enero de 2013

Internet: el “Nuevo Mundo” que nos trajo un “Mundo Nuevo”




Tras no pocas peripecias, bien pertrechos de atavíos para echarse a la amar y cruzar el océano a la zaga de las Indias, un buen puñado de navegantes zarparon de las costas españolas en las postrimerías del siglo XV. Iban con cartas de navegación y grandes navíos  repletos de marineros, soldados, misioneros, comerciantes y no pocos pícaros y prófugos de la Justica que así redimían sus condenas. Todos iban con el alma en vilo y los ojos en el mar infinito. Salieron de una esquina de la vieja Europa, rumbo a lo desconocido. Aquellas carabelas eran como un arca de Noé tras el naufragio de Europa, que hacía aguas tras una Edad Media que agonizaba y que quería reinventarse. El deseo de “volver a empezar” anidaba en el corazón del viejo continente. Tenían alma de navegantes. Buscaban rasgar lejanías. Iban seguros de descubrir el “Nuevo Mundo” y, al final, como el cazador cazado, encontraron un “Mundo Nuevo”, un mundo que cambió el ritmo de la Historia y de sus propias vidas. Imagino la emoción de Rodrigo de Triana, el marinero compañero de Cristóbal Colón, al gritar desde lo más alto de La Pinta: “¡Tierra a la vista!” ante aquel bello espectáculo de luz y  colorido que se abría ante sus ojos al divisar la silueta de unas playas exuberantes y el alboroto de sus gentes, ataviadas de mil colores, dándoles su plácida bienvenida en lo que llamaron La Española, con orgullo de conquistadores. Aquel asombroso descubrimiento les abrió las puertas al “Nuevo Mundo”. A partir de entonces, el mundo se hizo más ancho y más rico. Europa se reinventó con su oro, sus gentes y sus territorios. La soledad del viejo mundo quedó poblada por este mundo lejano al que más tarde zahirieron, envilecieron y ensangrentaron, abriéndole las venas hasta dejarlas sin sangre, sin oro, sin cultura y sin dignidad. Después, en la Historia, ya no fue todo igual. Cambió la antropología, la cultura, la teología, la filosofía, la cosmología, la manera de ver las cosas. Hoy, varios siglos después, en las latitudes norteñas de aquel continente nuevo, palpita el corazón del Imperio. El Nuevo Mundo trajo un Mundo Nuevo.
La misma emoción debieron sentir los explorados enviados por Moisés a las tierras más allá del Jordán, guiados por Josué, para conocer “la tierra que manaba leche y miel” y que transformó a todo un pueblo que en esa misma tierra encontró una clave fundamental en la que se asienta  su manera de ser y de pensar. El pueblo judío no puede entenderse sin una “teología de la tierra”, aquella que los exploradores de Josué atisbaron. La Tierra de Israel era el lugar de la Promesa, adelanto de la tierra nueva.
Como también quienes allá por 1969 pusieron su pie por primera vez en la luna, terreno abrupto, desilusionante, aunque la aventura se había hecho con entusiasmo y buenas sumas de dinero. En el viaje a la luna, como dijera el poeta griego Konstantin Kavafis, lo importante es el viaje en sí más que la meta. No importa el destino. Aquel descubrimiento fue el inicio de una carrera al firmamento que aún hoy continúa con mil variantes que han ocupado el espacio y han levantado enormes plataformas y estaciones lunares que sostienen una gran actividad en el universo.
En los tres casos, por citar algunos, la emoción estaba en descubrir lo ya existente y quedar transformados por el hallazgo. Después ya no fue todo lo mismo. Allí estaban las mismas tierras, el mismo sol, la misma luna, el mismo viento y el mismo mar de siempre, pero ellos ya no fueron los mismos después de descubrirlos y encontrarlos. No eran tierras de ficción, sino tierras reales. No eran tierras dibujadas en la imaginación de los poetas, ni las que soñara el Prete Juan, o los buscadores del Unicornio, sino tierras en donde había otras gentes, con otras culturas y otras maneras de vivir y de pensar. ¡Gentes con alma ¡ tuvieron que reconocer los teólogos de Salamanca, gentes a las que había que defender con uñas y dientes como hizo fray Bartolomé de las Casas, empeñado en devolver el alma a la ingente tarea colonizadora.  El descubrimiento fue un hallazgo. Ya estaba allí y lo que encontraron, cambió sus vidas, como cambió la vida de Marlow, el protagonista del “Corazón de las Tinieblas” de Joseph Conrad. Un viaje a lo desconocido que marcó la Historia.
En el fondo se trata del mismo asombro de quienes en la década de los años noventa del siglo pasado, íbamos descubriendo, con lentos artilugios informáticos, un mundo con infinitas posibilidades., el mundo de Internet. Parece que fue ayer cuando yo mismo leía, retirado en un pequeño pueblo de mi tierra, un libro, “La Red”, de Juan Luis Cebrián (Taurus. 1998). Mientras pasaba las páginas con asombro y no poca incertidumbre por lo que ahí se predecía y se contaba, intentaba conectarme desde mi viejo y mastodóntico ordenador, de forma lenta y ruidosa, al servidor que me adentraba en el dominio www.terra.es. En esos años también nosotros estábamos descubriendo un “nuevo mundo”; o mejor dicho, un “mundo nuevo” en el que ya no seriamos los mismos. Internet nos va cambiando y el escenario que se nos abre es bien distinto al de hace casi dos décadas. Mi generación se ha ido adaptando a ese descubrimiento digital. Lo ha hecho con cierto temor y no poco asombro y esfuerzo, e incluso los más escépticos ya hoy están “enredados” de forma curiosa, manejan el correo electrónico con soltura, se atreven a hacer operaciones bancarias en la red y tienen un perfil en Facebook donde cuelgan sus fotos y comparten sus ideas y opiniones,  se atreven a usar Twitter y han aprendido a descargarse música y películas de cine. Quienes han nacido en la primera década del milenio, por el contrario, ya son considerados “nativos digitales” y se extrañan cuando los más mayores les contamos un mundo sin teléfonos móviles y sin Internet, un mundo distinto y no tan lejano. Lo que entonces era asombroso descubrimiento, hoy se ha hecho realidad pujante que continúa ofreciendo, de forma rápida y trepidante, inmensas posibilidades, tierras ignotas, rincones escondidos, como sucede en la Amazonía, un lugar en el que, pese a los siglos transcurridos, aún mantiene rincones por descubrir. La Red seguirá descubriéndonos nuevas realidades, nuevos mundos, nuevos espacios. No es casual que se llame cibernautas a quienes navegan en la Red, que Explorer sea el nombre de uno de los  de los navegadores más famosos y que Amazon sea una de las principales tiendas on line. Explorar como navegantes un océano infinito, una tierra desconocida.
Porque eso es Internet, un gran océano de información en el que el usuario es el navegante (cibernauta o internauta) que accede esos datos, visitando los millones de sitios que hay esparcidos en la Red. Como Ulises en su barco, atraviesa islas ignotas, goza en el recorrido que lo lleva de regreso a Ítaca, se detiene entretenido en Calipso escuchando cantos de sirenas o es zarandado por las tormentas en el periplo. Internet es como un foro gigante donde todos podemos al instante estar comunicados. Es un océano de información, fácil de usar, que pone en manos de todos, la posibilidad de buscar distintas fuentes de información y también de emitir su opinión y de comunicarse al instante, de conocer otros mundos, de atravesar otras latitudes. Internet es la voz de todos en el silencio. Tiene y brinda poder de noticia, de cultura, de intercambio. Se ha convertido en la democratización del conocimiento como la fotografía fue la democratización del retrato. A veces pienso en Internet como la gran soledad en medio del inmenso océano. Con una escafandra bien ajustada, el internauta contempla la belleza de la flora y la fauna de universo submarino pero desde su silencio y soledad infinita. Cada noche, en el silencio de nuestras casas entramos, con la escafandra puesta, con los auriculares bien ajustados a la emoción de un correo electrónico, a una conversación que nos espera, o a una música que nos apetece, pero en el silencio que acerca y aleja a la vez; que une y separa. Lo envuelve todo. La Red ha dejado de ser medio o instrumento para convertirse en algo más. Vivimos “enredados”, “codificados por ella” y entroncados en su tela de araña. Han cambiado los tiempos y los espacios. El mapa ya no es el territorio y las horas se alejaron de las manecillas del reloj.
 “Las horas han perdido su reloj”. Lo decía el poeta chileno Vicente Huidobro. La irrupción del nuevo planeta digital ha cambiado los conceptos de espacio y tiempo. La información se desarrolla en un tiempo distinto que ha roto los meridianos y ha traspasado fronteras. Hay una nueva dimensión, la dimensión virtual. Pocos hicieron caso en su momento a Marshall McLuhan cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios de comunicación no son nunca meros vehículos de contenido, sino que ejercen una solapada influencia sobre este, que el medio es el mensaje y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de ser, pensar y actuar. Y también de estar en el mundo. Aunque McLuhan se refería a la televisión, ya se intuía lo que estaba por venir con la irrupción de Internet.  No se trata de una herramienta, de un conjunto de tools que esperan ser usados en una caja, como utensilios o técnicas modernas que hay que unir a las muchas que nos trajo la revolución tecnológica y que entraron lentamente en nuestra vida como la luz, la radio, el ferrocarril,  la televisión, el teléfono, el automóvil o el avión. Esto va más allá.
La cultura digital pasa a ser una extensión de nuestro cuerpo, de nuestro cerebro, de nuestra vida que se va adaptando a esta nueva manera de informarse y de pensar. Decía el escritor Francisco de Quevedo, refiriéndose la a abultada nariz de una de las figuras a las que quería caricaturizar que “erase un hombre a una nariz pegado”. Hoy habría que decir, contemplando a muchos de quienes encontramos en la calle que “somos hombres a una pantalla pegados”. No hay nada más que verlo sentados en una terraza y contemplando cómo todos los que pasan o hablan por el móvil o miran en su pantalla, o van con los auriculares, mientras seleccionan la música del reproductor digital. Ya hay estudios oftalmológicos que hablan de un cambio en las capacidades visuales en las futuras generaciones, como también en las capacidades auditivas  tras un acoplamiento del oído a los sonidos fuertes.
A los adolescentes hoy les resulta extraño y llamativo, en este primer mundo, cómo sería un mundo sin móvil y sin internet. Es cosa que ya preguntan a los abuelos en las veladas hogareñas. El hombre hoy está configurado por la Red de Redes, atrapado por ella, imbuido y, hasta cierto punto, succionado por su avance imparable. Todo está en la Red. Se habla de “inteligencia artificial” y hay quien se pregunta por qué memorizar cosas si están todas en la memoria del disco duro o en el ICloud, nombre comercial para la nube de Apple, en donde se almacena una gran cantidad de material al que, guardado de forma segura, puedes tener acceso en cualquier momento con una simple clave. Para qué forzar la atención, si con un simple pulsado de tecla se encuentran los recursos que necesitamos inmediatamente. Cuanto más inteligente se vuelve nuestro ordenador, más tontos seremos, en definitiva. Las capacidades de discernimiento ante tanta avalancha de información se hacen cada vez más necesarias y es conveniente siempre tener una brújula a mano. Hasta el mismo hábito de lectura sufre y pierde su propia esencia, la de llevarnos a mundos de mentira en donde encontramos las verdades. Hay quien se pregunta igualmente para qué leer El Quijote, Guerra y Paz o Madame Bovary si ya están resumidas en la Red. Ante tantas pestañas y ventanas, no hay tiempo para recrearse visitando la cueva de Montesinos, contemplando la mirada de Napoleón al soldado en la batalla de Borodino o recreándose en la feria de Tostes, en aquella escena genial de la obra de Flaubert. La “inteligencia virtual”, junto a inteligencia “emocional” va necesitando de una “inteligencia espiritual” que le devuelva el alma perdida, un hilo de Ariadna que nos saque del laberinto cibernético, de la red en donde estamos enredados felizmente.
Con Internet, los tiempos quedan difuminados y los relojes no marcan las horas. Ahora se habla de realidad  virtual, de presencia virtual, de modo virtual, de visita virtual. Con un simple touch screen, se puede estar presente en cualquier evento o conferencia en cualquier parte del mundo. El wireless y las redes 3G nos permiten estar siempre presentes. Usando un Ipad o Iphone con el sistema OS, se puede pasar de una app (o aplicación) a otra en un instante, de una sala a otra casi sin demora, tan solo deslizando un dedo por la pantalla. Se puede intervenir en cualquier debate que tiene lugar bien temprano, aunque estés ya entregado al descanso nocturno. La interactividad en los foros es cada vez más frecuente, el periodismo ciudadano, hoy adalid de la libertad de expresión secuestrada por los amos del dinero y del poder, es un canal de información muy frecuentado. Las innumerables salas de chat y foros abiertos te facilitan, incluso en el más puro anonimato, una conversación de café. Skype pone rostro a tu interlocutor y te lo muestra con nitidez y alta calidad. Se derribaron las fronteras. La prensa te llega al momento, cualquier revista la puedes descargar y aumentan las ediciones al instante, hasta el punto de estar poniendo en un brete a la prensa de papel, como ya hace la prestigiosa revista Newsweek, que abandonó el papel. Pasa igual con la radio y la televisión convencionales porque en una simple tableta se logra acceso, con simples claves no costosas a toda la información necesaria, no solo en letra, también  en sonido y en video.  Los bosques están de fiesta. Se frenará la tala. La música que en cada momento apetece escuchar, se puede encontrar en el Spotify por una modesta cantidad mensual, el ITunes de Apple se ha convertido en un seguro comercio y las transacciones de Paypal son cada vez más frecuentes. Youtube te acerca la reunión familiar o la escena que no debías haber conocido nunca y te recrea momentos deliciosos;  Google ordena las fuentes de información donde encontrar un dato preciso., la información adecuada, en Wikipedia tienes el saber y las localizaciones de mapas en Google Map hacen que ni tan siquiera te detengas a preguntar por una dirección a la que quieres ir. Te va indicando el camino en el navegador, el GPS del coche. En una reunión los asistentes pueden urdir estrategias y pasarse datos con un WhatsApp o mensaje de móvil a tiempo real. Este sistema y su doble click  permiten saber si tus mensajes llegan, si tu interlocutor está ocupado, o si ya se fue a descansar. Aumenta la tensión y no pocas veces es fuente de conflicto la permanente manía de estar on line, siempre en el escaparate. Hay quien ha empezado a habilitar el “modo avión” como forma de alejarse al silencio. Es un nuevo escondite, como cuando éramos niños y huíamos a nuestro rincón particular en el que nadie pudiera vernos. Un viaje se te hace menos pesado descargándote una película o escuchando música. Nadie hace caso a nadie., desaparecieron las conversaciones en los vagones de los trenes, en las salas de espera del médico o del banco, en las plazas de los pueblos. Todos están ocupados en su soledad. Cualquier libro lo tienes a mano con una simple en un EReader o Ebook, por precios módicos y dándole a una tecla la información te llega al instante. Las operaciones bancarias son fáciles y seguras; la consulta de la cuenta corriente, la compra de billetes, la reserva de hotel, la cita del médico, y mucho más, puedes hacerlo desde cualquier sitio sin tener que moverte. Como dijera la Zarzuela “Y es que el mundo avanza que es una barbaridad”. Y ya se programan vacaciones sin Internet, ofertas a lugares alejados de la wifi y en lugares en que solo se escucha el canto del pájaro o el crepitar del leño en la chimenea. Huida de la tela de araña digital.
Es asombroso el cambio que se ha producido. Fuimos a descubrir nuevos mundos con cierta curiosidad y quedamos cazados en mundo totalmente nuevo. Las horas no las marca ya el reloj. Las marca el simple indicativo “on line” y “off line” Estamos en una vida de continua emergencia, lo que el filósofo polaco  Zygmunt Bauman llama la “sociedad liquida”. La civilización del fast: comida rápida, moda rápida, sexo rápido, cursos rápidos, mensajes rápidos, información rápida. Se dice que los jóvenes hoy, y la moderna civilización dividen su vida en “vida on line” o “vida offline”. Aquella proporciona aventura y novedad, rapidez y ligereza; ésta es más permanente, más estable, más de largo alcance. A los jóvenes hoy se les abre un mundo de libertad con tan solo estar en una o en otra, incluso la doble vida se hace más efectiva. La Red ha abierto canales de comunicación subterráneos e inauditos, que abren relaciones nuevas, no siempre adecuadas ni llenas de sentido, pero otras veces realmente asombrosas.  Los chats, las conversaciones digitales han revolucionado las relaciones. Las relaciones virtuales están también provistas de las teclas “suprimir”, “bloquear” o “spam”. La libertad está servida.
En el fondo este mundo lo que permite es el deseo de estar permanentemente en contacto. Lo que importa en es estar a la vista. Me ven, luego existo. Es el mundo del Facebook y sus muchas formas de relación. Y el mundo de Twitter, un gorgojeo, como el de los pájaros que están en los arboles. Lo que cuenta es el sonido, el “me gusta”, comparto, comento y pongo un icono, el icono. Estar presentes en un mundo de soledad.
Más allá de un simple mundo de herramientas y de utillaje, una nueva antropología se diseña en el horizonte. La Red no es un medio que podamos usar, un conjunto de instrumentos técnicos que pueden servirnos. Es algo más. Afecta a la construcción misma de la persona. Se trata de una cosmología nueva, un universo distinto. Lo ha expresado John Brockman en su libro Is the Internet Changing the Way You Think? The Net´s Impact on Our Mind and Future. (Harper Collins, New York. 2011). Este mundo nuevo llegó con su fuerza, arrasando formas de comunicación y estableciendo nuevos espacios y nuevos foros, nuevas estructuras y nuevas formas de relación. La Red no es algo que se presente con humidad de medio o instrumento; reclama una nueva manera de ser y de pensar. La Red ha avanzado hasta el lugar que quería, ser un espacio nuevo, ajustando formas de pensar, de ser y de estar, revolucionando mucho más aún que la escritura, el ferrocarril, la luz o la televisión y la radio. La Red es hoy un nuevo planeta, metido bajo la piel de cada ciudadano. Todo lo ha puesto patas arriba, todo lo ha alterado y transformado. Luchar contra ella es absurdo, aceptarla y comprenderla es lo inteligente. Otra cosa es que, como todo avance ha de ir creando sus reglas, mínimas, esos sí, pero sus reglas. Y también acudiendo a las heridas que va creando la adicción.
Antes, lo cuentan muchas novelas, el hombre acudía a la plaza del pueblo, al mentidero de las esquinas. Allí se ponía al día, comentaba, escuchaba y dejaba correr la palabra. Las plazas de los pueblos, los atrios de las iglesias y los lugares públicos eran el lugar de socialización. Recuerdo, hace años, en una importante población del sur, nudo de comunicaciones ferroviarias, que había una hora y un lugar de encuentro. A las cinco y media de la tarde, en la estación de ferrocarril, el paso de tres trenes talgo servía para que la gente se encontrara. Unos iban a despedir a su gente y otros a recibir a los familiares o amigos. Sin embargo, la mayoría de vecinos, acostumbrados al tren, al ir y venir de viajeros, iban solo a contemplar al mundo pasar. Tomaban un café, se sentaban en los bancos del andén y allí veía pasar las horas y los días. Pero llegó el momento en el que las horas empezaron a perder su reloj. El tren fue desmantelado y hoy es una insignificante estación.
La red ha sustituido hoy aquel espacio. Solo tenemos que asomarnos una tarde a cualquier calle o acera de nuestras ciudades. Jóvenes con las caras sonrientes, preocupadas, asombradas o alarmadas mirando la pantalla del móvil, permanentemente comunicados. Si viajas a algún lugar, una de las cosas que primero preguntas es si hay cobertura de red o si el hotel tiene wifi. En las casas cada uno está en su mundo virtual y es rara la habitación que no tiene una pantalla de ordenador, de televisión o un video consola. Conectados todo el tiempo, asombrosamente conectados. En las aulas de estudio, el libro de consulta ha sido sustituido por la consulta en Google. Cada vez son mayores las facilidades que se ofrecen de acceso a Internet a precio módico. Han ido desapareciendo los cíber y quedando para sórdidos encuentros virtuales porque se ha socializado la comunicación y la red wifi en las ciudades va creciendo como una gran nube que todo lo cubre, que todo lo ve, que todo lo ausculta. Encender el móvil es inmediatamente quedarte sorprendió por las muchas conexiones que reclaman el acceso desde el Bluetooth…Y la descarga de las más asombrosas aplicaciones en los dispositivos móviles presentan oportunidades sin fin.
En la actualidad la palabra ha adquirido mayor poder. En la globalización, la comunicación es mediática. Los procedimientos son más complejos y los riesgos mayores. La comunicación ha entrado en una nueva era. La red de redes, sus posibilidades y desafíos, así como sus fortalezas y debilidades, es un nuevo escenario, un nuevo espacio abierto en un mundo globalizado. Hoy, al instante, podemos abandonar la soledad y vernos inmersos en un mundo conectado de mil formas. Pasamos de estar offline a estar online en un instante. Nadie está lejos, todos parecen estar constantemente a tu disposición. La comunicación instantánea, constante y abierta las veinticuatro horas del día nos saca de la soledad y permite que nunca estemos solos, sino que siempre estemos ocupados. Cada día es más fácil encontrar invitados virtuales que interrumpen una reunión, un café, una película de cine o cualquier encuentro que pide de nosotros concentración y realismo. Las nuevas redes sociales abren  avenidas inmensas a la comunicación. Es un nuevo escenario, un nuevo perfil de hombre y mujer, algo que afecta a la configuración misma de la persona. Un nuevo escenario, porque hay una nueva antropología que tiene en la forma moderna de comunicación claves importantes que se han desplazado a lo sociológico, económico, cultural y religioso.
Así están las cosas y es ese el nuevo mundo que se nos ha abierto cuando hemos llegado con nuestras naves y con nuestro corazón ávido de descubrimientos. Un nuevo mundo. 

lunes, 7 de enero de 2013

El matrimonio gay en Francia y el debate en la escuela. La Iglesia reacciona


El debate en Francia, previo a la aprobación del matrimonio gay, promete ser caliente. Los datos están ahí. El Gobierno, después de tirar de estadísticas, se ha alarmado del número de suicidios de adolescentes por un trauma con su sexualidad. Ha decidido llevar el debate a la escuela y que en las aulas se hable del tema. El gobierno de Holland lo llevaba en cartera. En los últimos días, el ministro de Educación ha escrito una carta a los directores de los centros para que se aborde el tema y que no se oculte el debate en los centros en los que el Estado pone dinero.Lo ha hecho con una carta amenazante incluso con quienes no lo cumplan.  El problema ha surgido cuando en los colegios privados religiosos la negativa a abordarlo ha sido tajante. La Iglesia francesa ha convocado una manifestación para próximos días y sobre el tapete en el país vecino un tema de gran actualidad. De rebote llegará a nuestro país en momentos en los que el Gobierno es urgido por un amplio sector conservador para que derogue la ley de Rodríguez  Zapatero que permite casarse a personas del mismo sexo.
Hasta aquí los datos. El debate sigue abierto. Hace falta amplitud de miras y mucha serenidad para abordar el asunto, que no es tan de color blanco o negro, tiene sus matices. El Vaticano siempre creyó que la España de Zapatero estaba siendo un gabinete de pruebas para otros gobiernos. Este tema del matrimonio entre personas del mismo sexo era uno de ellos. En otros países con influencia protestante, la cosa estaba más dura. Pero España debía cuidarse por su influencia e Latinoamérica. El tiempo ha ido pasando y parece que el Gobierno de Rajoy no está por la labor, pese a que ha habido intentos por parte de algunos miembros del Episcopado que han estado, por otra parte más interesados  en negociar a escondidas la ley de Educación y sus relaciones con la privada, que en estos temas de género. Las últimas palabras del Papa al respecto han dado fuerza a algunos episcopados
Tres ideas me ofrece el dato
-        - La Iglesia debería entrar en el debate con sus ideas legitimas, pero sin querer imponerlas con otra fuerza que no sea la del dialogo y la razón.
-       -  En la formación de adolescentes de los colegios urge una formación integral que ayude a su madurez, no solo intelectual sino también afectiva
-      -   Es hora de que el debate también se aborde en la misma Iglesia, sin miedo y con valentía. Ponerse en dialogo con el mundo es una tarea que no debiera olvidar.
E
Es el momento de la reflexión sereno. No debemos ayudar a que el tema se lleve con virulencia. Las personas son antes que las ideas.


sábado, 5 de enero de 2013

Un cuento para esta noche de Reyes. "El regalo del tacto"


Sentada en el portal de su casa, la niña reía con una sonrisa fascinante. No sabia si era blanca la barba de Melchor, ni cetrina la tez de Baltasar, ni blancos los pelos de Gaspar. No podía saberlo. No los veía.  Una chispa recorrió sus ojos, veloz y rauda. Fue un instante de eternidad. No necesitó nada más. Entendió la vida de pronto. Le vino en pequeños grumos de caricias. Estaba sola, perdida. Era ciega. Su madre no había vuelto aún de la casa en la que limpiaba. Le habían pedido sus señores que se quedara un poco más para recoger los envoltorios de los regalos de reyes de sus hijos. A ella, un cheque de 20 euros para las rebajas del Corte Inglés. Su padre tardaría en volver. No lo haría hasta mañana, ya tarde. Conducía un camión a Centroeuropa. La abuela se marchó hace unos días al pueblo. Su hermano, mayor que ella, andaba echando horas en un bar de otro barrio lejos. Después saldría de copas con los amigos. Ella estaba sola esperando. No podía ver la magia de la cabalgata, pero una luz intensa se apoderó de su interior. Sintió una caricia en la cara y en la nuca y un susurro. Era su regalo de reyes en esa tarde. No podía ver la noche azul, redonda, inmensa y tachonada de estrellas. Sintió el tacto de una mano. Para ella, el paraíso se alcanza con el tacto, puesto que en el tacto residen el amor y la inteligencia. No necesitaba ver a los suyos, pero sí sentirlos en la fascinación de la memoria. Para qué quería la vista. Es tan superficial. Hay cosas que solo se ven con el corazón. Para qué quería el oído. Muchas de las cosas que oía la ponían triste. El olfato no le convencía, era nauseabundo a veces. Y el gusto se le volvía supersticioso e inconstante. Prefería el tacto. Una de las hadas de esta noche mágica se acercó y la tocó. Sintió frio, pero escuchó el regalo que le ofrecía: la vista, poder ver los colores. Pero ella prefirió que la dejara como estaba, en su oscuridad llena de luz.  Quería seguir sintiendo el contacto cálido y afectuoso de las manos. No quiso desprenderse de la riqueza de sus formas y de la expresividad y plenitud de un apretón de manos y de una caricia. Manos que labran , talan, cortan, acarician, fabrican, pintan….”Gracias, hada, pero quiero seguir viendo, oyendo, oliendo, paladeando con la fuerza de las manos”. Y el hada se marchó, mientras una sonrisa abierta y luminosa salía de los cuencos vacíos de aquella mirada infinita. 

viernes, 4 de enero de 2013

Lo de Rato, un insulto a los jóvenes y a los jubilados.


Nada tengo con que cada uno se busque sus habichuelas. El Sr. Rato, con todo su bagaje profesional será asesor de Telefónica en tierras de Latinoamerica y en Europa. Menos mal que no le han dado Asia y África también. Repito nada tengo en contra.

Pero NO HAY ÉTICA SIN ESTÉTICA, SINO ¡ APAGA Y VÁMONOS !  Pero la estética no es precisamente el criterio de quienes deciden que un hombre como él, con TANTA INFORMACIÓN PRIVILEGIADA asesore al emporio de Telefónica que puso en órbita Alierta. 

Lo que me parece realmente desleznable es que se pague la información privilegiada de alguien que fue puesto por los españoles en el puesto que tuvo como Ministro. Información privilegiada del Gobierno y de Bankia, asi como del Fondo Monetario Internacional. El desastre de Bankia y las luchas de poder de este visir saldrán a la luz cuando pase el tiempo, pero ya se habrá llenado el bolsillo. 

Conozco muchos jubilados con paga de vergüenza y que han prestado grandes beneficios a sus empresas y conozco muchos jóvenes que les dan sopas con ondas y están haciendo maletas. Es un insulto a la inteligencia. Es un insulto a los jóvenes españoles y es un insulto a la sufrida clase de jubilados. 
El control de estos cargos debiera mirarse con lupa, una vez que los dejan. No es este el modelo que necesita este pais.

Os recomiendo para REYES estos cinco LIBROS


Propongo algunos libros, cinco en concreto. Algunos me los habéis pedido para regalarlos o comprarlos para vosotros en estos días de Reyes. Ahí van.

1.      Empiezo recomendando a John Cheever. Sus Cuentos ( RBA) son una maravilla del genero. Pero también sus Diarios ( Emecé). Pero acompañándolo de la biografía que escribió Bake Bailey. Un conjunto del que se puede leer cualquier cosa. Vale la pena.

2.      Ha salido en Acantilado una novela “ El anarquista que se llamaba como yo” de Pablo Martin Sanchez que puede gusta a quienes les va la novela de recreación historicaa, pero no novela histórica. Es interesante 

3.      “El gran escándalo de la vida es que la vida soy yo” esto dice Virgilio Ferreira,  en "Invitacion a mi cuerpo”. Una literatura echa a trazos fuertes. Este portugués tiene toda su obra en Acantilado.

4.      Dos novelas cortas de Jaroslaw Iwaszkiewich. ; “ El bosque de abedules “ y “Madre Juana de los Angeles”. Un mundo de soledad y grandes preguntas en los campos polacos. Una bella escritura.

5.      Y de nuevo recomiendo a Roth. La marcha de Radesky. Un fresco de la caida del Imperio Austrohungaro con una caracterización de personajes propio del escritor de origen judio.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Culpable, el sistema


No hay forma de quitarme de la cabeza la tragedia de Newtown. Vueltas y más vueltas. Y conforme leo más detalles, crece  el estupor. Y todo sucede en un país, cabeza de la modernidad y del avance. Impacta cualquier muerte en estas circunstancias, no cabe duda, pero si los niños hubieran sido masacrados en una tribu africana, seguro que hubiera sido menos el impacto. Lo alarmante es que se produzca en el primer mundo, y por parte de alguien con 20 años. Dicen que era persona inteligente y poco sociable. Mató a su madre y se lanzó a matar a los niños en la escuela. La muerte como deporte, un partido de beisbol. Sangre fría de Capote. En una isla noruega se sembró el pánico hace un tiempo tras el asesinato en masa de un pistolero visionario.  Hoy a poco más de 100 kilómetros de Nueva York.  Se buscan culpables cuando no hay a quien meter en la cárcel por haberse suicidado. Culpable es el sistema, no cabe duda y en ello todos ponemos las manos. Urge algo más que simples leyes que controlen el uso de armas en un país que ha aumentado sus ingresos con la carrera de armas. Urge un sistema educativo más eficaz. Da pavor enfrentarse a alguien que con tan solo 20 años es capaz de hacer esto. Debería dar pavor observar a muchos de nuestros jóvenes de esas edades. La geografía de los veinte años en este inicio de milenio es preocupante. Las reformas educativas son necesarias desde el consenso, desde el dialogo entre familias y colectivos dedicados a los jóvenes. Urge alma en esta sociedad avocada a la muerte.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Elogio del SOMBRERO


Son mucho los que me preguntan por qué llevo sombrero, como si tuviera que llevar papeles justificando su uso. Cuidado con la manía de tener que dar explicaciones. El sombrero, además de guardarme del sol en verano, me quita el frio en invierno. Pero es más. El sombreo es elegancia, pero también es pasión. Bogart marca un ritmo con el sombrero en Casablanca. O Sinatra interpretando “My Way”; A Pessoa, mientras llega a la Brasileira lisboeta, le acompaña su sombrero; Machado olvidó su sombrero un día en su paseo vespertino de Úbeda a Baeza, y volvió a recogerlo. Me imagino a Umberto Eco en sus paseos por Triestre, tocado por su sombrero. Lo eliminó Hitler y en la II República española llevar sombrero era signo de ser de la CEDA. ¡ Cuando la ideología se mete en algo tan bello como el sombrero, la cagan ¡  Vila Matas llevó su pasión por el sombrero a su Pasavento. Han escrito sobre el sombrero Pedro Antonio de Alarcón en “El sombrero de tres picos” y qué me dicen del juego del primer capítulo de Madame Bovary cuando llega Charles a la escuela con el sombrero o gorro. Chapliy y Gardel estaban identificados con el sombrero. Si quieres, puedes llevar un borsalino, un panamá, una teja o un gorro frigio. Lo que quieras. El sombrero ha empezado a estar de moda. Calarse el sombrero es un arte, saber quitárselo a tiempo otro. Ofrecer la entrada señalando con el sombrero o simplemente tocarte el ala discretamente, ya es elegante. Un arte este del sombrero, un lenguaje como el de las damas y los abanicos o el lenguaje de las flores. Sombreros de pintor o de intelectual. Lo decía Hopper. Si algo sale bien es como para quitarse el sombrero y en los bares reivindico un lugar para dejar el sombrero. Me gusta la Cervecería Alemana de la madrileña Plaza de Santa Ana porque hay donde dejar el sombrero, con elegancia y sin que se arrugue.