Primero fueron nueve, pero ya son quince…y aún quedan, al parecer. Al fin y
al cabo, para muchos, solo son números, pero cada uno es una tragedia. Todos
ellos fallecieron en aguas próximas a la frontera del Tarajal, el único paso
habilitado para el tránsito entre Ceuta y Marruecos. Se trataba de un grupo de
300 personas. Y no dejo de preguntarme.
Si esto sucedió en comienzos del siglo XX en Brasil, Venezuela u
otros países de América Latina. los españoles que allí marcharon en masa.
Si los trataron así en la masiva emigración de los años
sesenta y setenta a Francia, Alemania, Bélgica..
Si a la nueva masa de emigrantes, los jóvenes que se marchan de España por la
masiva expulsión de los gobernantes, socialistas o populares, en los últimos
años, los tratan igual...
Pero si esto es preocupante, lo que más me preocupa es escuchar comentarios
de calle y de café, en voz baja, por no ser políticamente correcto, que
“ya esta bien; que se queden en su casa; que aquí no los queremos”. Y es que
aquí ni queremos a los inmigrantes, ni queremos a los jóvenes, ni queremos lo que no nos cuadres. Preferirmos
echarlos. Eso es más lamentable, escuchar de voces, muy formadas y cultas
ellas, esas barbaridades. Las he oído hoy y las vengo escuchando estos días. Y
mientras me sonrío cuando leo cómo en la Alemania pre nazi, también se hablaba
así de los judíos, de los gitanos, de los homosexuales, de los parias….
Esto es la punta de un iceberg. El Papa Francisco en Lampedusa fue más claro. Usó la palabra adecuada. Una vergüenza. Y quienes hacen esto, digo yo, unos sinvergüenzas.
Estamos incubando un mostruo…y de vez en cuando saca la cabeza. Lo de Ceuta
es la punta d eun ivceberg.
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