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martes, 6 de marzo de 2012

Es bueno, de vez en cuando, practicar el arte de DESALENTAR


Las cosas pierden todo encanto y valor cuando nos arrastran de los pelos y nos llevan a ellas, o cuando nos alejan por la fuerza interesada. Eso pasa cuando queremos e insistimos en que algún amigo lea un libro, escuche una canción o vaya al cine. Háblale de la belleza que alguien o algo ha provocado en ti y no le presiones, no lo arrastres ¡Déjalo libre ¡¡ Esa libertad es su bien más preciado ¡ Al final…buscará el libro del que le hablaste y del que tan solo le dijiste que, de pronto, sin saberlo, tuviste que parar su lectura porque tenías los ojos empapados de lágrimas. Díselo así, como fue, y deja correr el agua. Ya beberá él si quiere. Los gurús de la India y el Tibet solían practicar el arte de desalentar a sus ardientes discípulos en las mañanas. Desanime a alguien y lo volverá al sendero con mayor celeridad, pero cuidado, tampoco haga de un arte propedéutico una costumbre habitual.

Esto me ha enseñado hoy Henry Miller, mi maestro en este mes de marzo

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