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jueves, 13 de diciembre de 2012

Elogio del SOMBRERO


Son mucho los que me preguntan por qué llevo sombrero, como si tuviera que llevar papeles justificando su uso. Cuidado con la manía de tener que dar explicaciones. El sombrero, además de guardarme del sol en verano, me quita el frio en invierno. Pero es más. El sombreo es elegancia, pero también es pasión. Bogart marca un ritmo con el sombrero en Casablanca. O Sinatra interpretando “My Way”; A Pessoa, mientras llega a la Brasileira lisboeta, le acompaña su sombrero; Machado olvidó su sombrero un día en su paseo vespertino de Úbeda a Baeza, y volvió a recogerlo. Me imagino a Umberto Eco en sus paseos por Triestre, tocado por su sombrero. Lo eliminó Hitler y en la II República española llevar sombrero era signo de ser de la CEDA. ¡ Cuando la ideología se mete en algo tan bello como el sombrero, la cagan ¡  Vila Matas llevó su pasión por el sombrero a su Pasavento. Han escrito sobre el sombrero Pedro Antonio de Alarcón en “El sombrero de tres picos” y qué me dicen del juego del primer capítulo de Madame Bovary cuando llega Charles a la escuela con el sombrero o gorro. Chapliy y Gardel estaban identificados con el sombrero. Si quieres, puedes llevar un borsalino, un panamá, una teja o un gorro frigio. Lo que quieras. El sombrero ha empezado a estar de moda. Calarse el sombrero es un arte, saber quitárselo a tiempo otro. Ofrecer la entrada señalando con el sombrero o simplemente tocarte el ala discretamente, ya es elegante. Un arte este del sombrero, un lenguaje como el de las damas y los abanicos o el lenguaje de las flores. Sombreros de pintor o de intelectual. Lo decía Hopper. Si algo sale bien es como para quitarse el sombrero y en los bares reivindico un lugar para dejar el sombrero. Me gusta la Cervecería Alemana de la madrileña Plaza de Santa Ana porque hay donde dejar el sombrero, con elegancia y sin que se arrugue. 

1 comentario:

  1. Interesantísima tu reflexión sobre el sombrero, pero veo que has obviado el empleo gremial de los tocados. Qué decir del astracán de las monteras tauromáquicas o del charol de los tricornios beneméritos o... por qué no, del bordado primoroso (y litúrgico) con que cubre su testa la dignidad episcopal....

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