“Ella, tan amada”, de Melania Mazzucco, es un texto brillante. Tenemos la tentación de decir que es una novela, pero es una biografía novelada de la escritora suiza Annemarie Schwarzenbach (1908-1942), un auténtico mito de la trasgresión y de la dificultad de vivir. Las novelas sobre persoajes desconocidos son bellas novelas históricas, como sucedió con Adriano de Yourcenar-. Esta es la vida de Schwarzenbach (rica, lesbiana, morfinómana, íntima de los hermanos Mann, con dos intentos de suicidio y una muerte en apariencia absurda)
Thomas Mann dijo dijo de ella que era un “ángel devastado” y que con su bello aire andrógino, casi efébico, sedujo a hombres y mujeres, mientras buscaba su libertad, su verdad y su ser en viajes extraños por el Oriente Medio, casada con un diplomático francés homosexual, mientras Alemania ardía en nazismo y sus admirados “gemelos Mann” (Klaus y Erika) y su célebre padre optaban por el exilio.
Annemarie parece un personaje de Paul Bowles, como el que dice en “El cielo protector”: “No creo estar hecha para vivir-dijo con desesperación”. Un icono del siglo XX: ambigüedad, lirismo, sexo, droga, búsqueda, pesquisa y huída, constante y visceral huída hacia la invisible (y sobre todo intocable) felicidad.
Este fascinador personaje sedujo también a Carson McCullers-
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